Rijks Museum, Amsterdam
ONDERKRUIPSELS
2022 - 2024
La instalación Casa Tomada está formada por cientos de hormigas de casi un metro de largo, todas ellas hechas a mano por el artista. El título de la obra hace referencia al cuento homónimo del escritor argentino Julio Cortázar, de 1946. En esta historia alegórica, una casa es tomada lentamente por entidades desconocidas para el lector, lo que obliga a sus habitantes a huir de la casa. Con su instalación artística Casa Tomada, Gomezbarros se centra en la migración y el desplazamiento forzoso de personas. Las hormigas se instalan a veces en paredes interiores, pero la mayoría están pegadas a las fachadas de los edificios, lo que hace que parezca que se apoderan de ellos de forma orgánica. Las hormigas representan a personas que se han visto obligadas a emigrar debido a disturbios políticos o, según una interpretación más reciente, al cambio climático. Al artista le fascina el papel que desempeña el ser humano en la creación y destrucción de su propio entorno y el de los demás. Con Casa Tomada, Gomezbarros pretende dar voz a aquellos cuya voz no suele oírse.
Gomezbarros creó la obra como reacción a la guerra civil en Colombia. Muchas personas se han visto afectadas por ella y millones de colombianos se han visto obligados a abandonar sus hogares. La instalación se expuso en varios lugares de Colombia a partir de 2008, entre ellos el Capitolio Nacional de Colombia, sede del Parlamento en Bogotá. Desde entonces, Casa Tomada se ha expuesto en diversos países y contextos (políticos), por lo que ha ido adquiriendo nuevas capas de significado con el paso del tiempo. Sin embargo, el núcleo de la obra siempre es la migración.
Teatro Faenza, Colombia
REGRESANDO A LA SEMILLA
2018
PUJANZA
Lo afirmo sin ironía: si bien el título alude a la fuerza o empuje que permite la consecución de un acto, la propuesta impone un extraño montículo que destaca, así, la indignación, el coraje, la valentía, la tenacidad o el ímpetu. La impresión que en un primer momento deja,
sin embargo, es la de una colosal inmovilidad que es así posible vincular con la inercia de las motocicletas enfrentadas (vectores de fuerza que se cancelan entre sí, a pesar de sus sonidos trepidantes) en su Diálogo de sordos; aunque aquí lo turbador es el paisaje de montaña que, apoyado en un extenso muro a la intemperie, deja la imagen (lejos de suprimera versión, bajo una columna). Acaso, la ironía va completamente del lado el artista que ha elegido, esta vez con miles de manos compactas e intencionalmente desprendidas del resto del cuerpo, sostener una ruma acumulable de bloques icónicos que reúnen varias decenas de toneladas y que en el imaginario visual, político y social acostumbran aludir a los conatos de reivindicación, reclamo o resistencia.
En las piezas, el protagonismo de los nudillos, del metacarpo y las falanges (propias de la articulación) pueden también resumirse como el gesto de la lucha, inicialmente aislado aunque también masivo. Para el artista, esta ruma se convierte en los escombros o fragmentos remanentes de lo que podría haber sido una multitud combativa de la cual ha quedado solo el símbolo compacto o solidificado de la protesta. Si se tiene en mente las imágenes de algunos atroces actos de iconoclastia, el paisaje parece también desolador:
la instalación señala a un tiempo la derrota y la persistencia renuente de una suerte de núcleo incorruptible que queda intacto en su vigencia o fortaleza.
En su versión monumental (a escala definitiva), esta instalación se exhibe por primera vez en el interior del Teatro Faenza construyendo una imagen-emblema que recibe a el/la espectador/a en su primera estación, antes de empezar a dispersarse: cada una de estas piezas individualmente busca una estación de destino o emplazamiento definitivo en diferentes lugares del país que el artista ha señalado previamente sobre el ominoso mapa, bastante más amplio, de las fosas comunes encontradas como consecuencia de las masacres perpetradas durante el curso de esta guerra interna. A modo de fases preliminares del proyecto, en los últimos años ha presentado versiones en escalas menores, una de las cuales reunía 29 piezas de 1.40 metros de alto, expuestas en la Galería Nueveochenta en septiembre de 2013.
Aquí se compone de esculturas en mayor formato reuniendo 33 huesos: todos ellos tibias humanas (23 de 2.5 m. y 10 de 5 metros de altura), las más altas generadas desde una talla en espuma expansiva de poliuretano, tomando la forma de un hueso modelo a partir del cual Gómezbarros hace uso de un molde de resina y fibra de vidrio para producir una serie de piezas que, al igual que las otras de formato medio, tienen un acabado en el mismo material, incluyendo arenas y cemento que le dan un color de concreto, como columnas de una construcción inacabada o en “obra negra”. A modo de pedestal, estas sostienen un arbusto de Jazmín que ha sido sembrado en las copas, que corresponden a la articulación proximal de este hueso en la rodilla (que, dentro del cuerpo, lo une a la rótula y al fémur), y que asumen, cuando se dispersen en todo el territorio nacional, unafunción de señalización. En una primera mirada, un signo de muerte busca erigir sobre el paisaje otro de vida.
Emilio Tarazona
Galeria La Cometa
Las cercas no se construyen solas
2018
Obras de la exposición
La exposición consta de tres instalaciones, cada una abarca un tema que va desde las fronteras interiores en la obra: “Las Cercas no se construyen Solas.” En la comunicación: “Tramar”, conjunto de obras formadas por retículas construidas con líneas telefónicas, imaginarios en la comunicación a través de acciones aplicadas a la obra. Y La tercera y última, fronteras sociales con “Construyendo Cercas”, compuesta por cercas plastificadas de color negro que recrean las sombras de lo invisible, a través de figuras geométricas que se forman accidentalmente.
Se trata de tres series compuestas de retículas de distintos materiales y usos, que hacen conceptualmente énfasis en la idea de conexión (o desconexión). La serie “Tramar” reúne, sobre un esqueleto empleado en la construcción de muros de cemento, un conjunto de cables de cobre usados en telefonía: aquellos que reemplazaron a los cables del telégrafo y empiezan a desaparecer también, sustituidos por la fibra óptica que transmite hoy, a través de pulsaciones de luz, el flujo de datos de Internet. La aceleración que ha permitido la aplicación de las tecnologías y el conocimiento ha puesto, como lo ha dicho el recientemente fallecido filósofo francés Paul Virilio, la velocidad como motor del progreso y simultáneamente, del accidente (o el desastre). Una contrariedad que nos insinúa que, aun cuando el mundo se ha hecho más pequeño en el imaginario globalizado de la circulación informática casi intangible, no ha dejado de demarcar divisiones concretas y muy visibles que han sido y son útiles a los imaginarios de la guerra. ‘Tramar’ significa tanto ‘urdir’ o ‘tejer’ como ‘conspirar’, manteniéndose oculto: pensemos en el rol de la confidencialidad (la encriptación e interceptación) como aspectos decisivos que tienen lugar en los enfrentamientos.
Las mallas de metal revestidas en plástico de “Construyendo cercas” son también un modo de insinuar que, al separar espacios, lo que se disponen, ambiguamente, son lejanías (que no acercan): estas, superpuestas entre sí, crean ritmos y sombras donde las figuras se forman accidentalmente y donde la mirada puede cruzar o quedar detenida. Y, por último, la serie realizada con redes de plástico cuyo título da nombre la muestra: un conjunto de piezas que densifican zonas en capas, aquellas más superficiales y otras más profundas o inaccesibles, que copian las láminas con manchas gráficas utilizadas en psicoanálisis para el diagnóstico de la personalidad (“test de Rorschach’). Asociaciones libres y zonas inconfesadas (u oscuras) que, al tiempo que delatan la pequeña o gran neurosis que todos llevamos dentro (o en algunos casos, la psicosis potencial), revelan el funcionamiento de la mente como una suerte de cableado: red de complejas sinapsis que conducen información y, por lo mismo, son también susceptibles de interferencias, abruptas desconexiones y alguno que otro cortocircuito.
EMILIO TARAZONA
Galería Plecto
Espacio de Arte Contemporaneo
Templos y Templarios
2016
La mente como un canal de resonancia que transforma la energía interior en acción y Materia.
La serie Templos y Templarios la expongo como un ejercicio de esculturas que nacen de mis experiencias con la Meditación-Quietud y la Fuerza Física-Vibración.
“Dios no da más de lo que uno puede soportar” representa la fuerza interior de la Fe del hombre que alguna vez cargo su cruz. De alguna manera en esta obra busco la dualidad de una caída estrepitosa de lo divino y lo terrenal. Los Templos reflejan el Om que activa la resonancia interior del ser. Sonido primordial y poderoso, unidad con lo supremo, combinación de lo físico con lo espiritual. La campana muda refuerza la energía interior del cráneo, ya no es el cuerpo el templo, sino la mente quien hoy conduce los deseos. Los Guerreros simbolizan para mí la metáfora del hombre capitalista del mundo contemporáneo.
Con esa idea pensé que el símbolo perfecto podían ser los Templarios. La orden del Temple fueron los creadores de nuevas técnicas financieras que constituyeron una forma primitiva del moderno Banco.
Así pues, el poder de la Fe, la fuerza mayor de la mente y la ambición sobre lo material, se unen en estas esculturas representando la fuerza de nuestro mundo contemporáneo entre lo divino y lo material. La mente como un canal de resonancia que transforma la energía interior en acción y Materia.
LA Galeria de Arte Contemporaneo
Desconfío de las Cosas Estables
2015
De esta forma, se propone un concepto de “Paz” que surge del ícono y del imaginario armonioso; este se convierte en un gesto que aunque tranquilo y gracioso, su peso lo mantiene anclado a la frágil realidad sugerida por el material de las piezas. Asimismo, a través de la repetición el artista explora el reconocimiento o la presencia de una variedad de patrones que determinan al sujeto en la sociedad; entonces, modelos de colorimetrías como el CMYK, hasta patrones de conducta, y comportamiento, afectan continuamente los puntos de vista, insistiendo en errores que intentan opacar la individualidad o la diferencia.
Dentro de la duda expuesta como hilo conductor, también se somete a reflexión el concepto de resistencia en diferentes perspectivas. Por una parte, se alude a esa capacidad que tiene todo humano para sobrevivir en medio de diferentes situaciones de conflicto; igualmente, se vincula la figura del columpio como la infantil forma de fluctuar entre la tierra y el infinito, entre lo estable e inestable, entre lo que no es y lo que debería ser.
Cada una de las obras que componen “Desconfío de las cosas estables”, hacen parte de una serie de movimientos reiterativos similares a los musicales, los cuales intentan juzgar sutilmente comportamientos y estigmas recibidos de otras generaciones, con la finalidad de no insistir en el error, haciendo del arte un medio, pero sobretodo, un esfuerzo por nombrar lo innombrable.
Stefannia Doria R.
Curadora